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Si hay un platillo que representa la alegría de la comida callejera mexicana, son los tacos al pastor. Esa delicia de carne marinada, piña y cilantro no solo es un orgullo nacional, sino el resultado de un fascinante mestizaje culinario.
Los orígenes: un viaje desde el líbano
La historia comienza en los años 30, cuando inmigrantes libaneses llegaron a méxico trayendo consigo su tradición de cocinar carne en un asador vertical, conocida como shawarma. Los mexicanos, siempre creativos con los sabores, adaptaron la técnica pero le dieron un toque local.
En lugar de cordero (típico en oriente medio), comenzaron a usar cerdo, marinándolo con una mezcla de chiles, especias y achiote, que le da ese color rojizo tan característico. Así nació el taco al pastor, llamado así porque originalmente lo preparaban los pastores de la comunidad libanesa.
La técnica que lo hace único
El secreto está en el trompo, esa torre de carne que gira lentamente frente a una flama. Mientras la capa exterior se dora, el trompero (experto en el arte del pastor) corta finas rebanadas con un movimiento casi coreográfico.
La piña, añadida en la punta del trompo, no solo carameliza y aporta dulzor, sino que es el toque final que equilibra la grasa de la carne. Servido en una tortilla de maíz (esencialmente mexicana) y acompañado de cebolla, cilantro y salsa, el resultado es una explosión de sabores.
De la calle al reconocimiento mundial
Hoy, los tacos al pastor son un símbolo de la ciudad de méxico, aunque se disfrutan en todo el país. Tan importantes son que en 2019 fueron nombrados el mejor platillo del mundo por el sitio taste atlas, dejando en alto la gastronomía mexicana.
Un platillo que une culturas
Lo más bonito de los tacos al pastor es que cuentan una historia de migración, adaptación y creatividad. Son la prueba de que la comida no tiene fronteras y de que méxico tiene el don de hacer suyo cualquier ingrediente o técnica para convertirlo en algo único.
Así que la próxima vez que muerdas un taco al pastor, recuerda: estás probando un pedacito de historia, un platillo que viajó medio mundo para convertirse en el rey de las taquerías mexicanas. ¿Con o sin piña? ¡Ese es otro debate!